top of page
Search

Cuando Hacemos Luto por los Vivos

  • Writer: America L Figueroa
    America L Figueroa
  • Mar 25, 2019
  • 4 min read

Updated: Mar 26, 2019

Este fin de semana escuche una expresión que además de resonar en mi cabeza, me movió a examinarme a mí misma: "hay gente haciendo luto por personas vivas," y si lo analizamos bien, cuántas de nosotras estamos ya haciendo un luto adelantado por ese ser querido con un diagnóstico médico de muerte, por un hijo que se ha ido de casa, por un esposo que vive en adicciones, por unos padres cuya enfermedad comienza a borrar sus memorias, o por esos exámenes médicos por los que el doctor nos mandó citar a su oficina.

¡Hay tiempos en los que dejamos nuestra vida en pausa y derramamos lágrimas amargas por una persona que AÚN SIGUE VIVA!

Cuando mi hija la mayor se fue de casa, aunque no se fue a la calle, sino a compartir un departamento con su primo, y aunque tenía un buen empleo y era una niña responsable, confieso que en mi corazón quedo un vacío y un dolor que sin darme cuenta, comencé a sufrir un luto por ella que poco a poco al ver que tomaba buenas decisiones y aplicaba las enseñanzas que le di de niña, paso y se convirtió en gratitud; pero que al segundo año de vivir sola, cuando se rodeó de amistades nuevas, y comenzó a tomar malas decisiones que ponían en riesgo su persona, a alejarse de su fe y a comprometer su integridad y sus principios, inició una preocupación mayor; pero al hablar con ella una y otra vez y ver que en lugar de salir de esa situación, se iba hundiendo más, comencé a vivir un luto por ella, comencé a vivir con un constante sobresalto cada vez que en las noticias anunciaban algún accidente, cada vez que pasaban días y ni me llamaba ni respondía mis llamadas ni mensajes, comencé a despertar en las madrugadas pensando en ella y a veces orando y llorando con el corazón quebrantado por su ausencia y aparente indiferencia.

Recuerdo cuando una amiga fue diagnosticada con cáncer, ella murió desde antes de que le confirmaran el diagnóstico, cuando le dijeron que sus exámenes se veían anormales, dejo de disfrutar la vida por vivir mortificada por los resultados; el día del diagnóstico las cosas solo empeoraron, porque aun cuando su corazón todavía latía y ella no tenía ningún síntoma, todo lo que ella hablaba era: "y si me muero no va a quedar nada mío para que mi hija me recuerde," ella se obsesionó tanto por dejar algo en esta tierra para que su hija la recordara, que se olvidó de aprovechar al máximo a esa niña y pasar hasta el último momento con ella para más que una evidencia física o audible, haberle dejado una huella eterna en el corazón por si acaso si moría. Gracias a Dios no murió, pero el año más crítico de su vida, fue en el que más alejada estuvo de su esposo y su hija por estar afanada queriendo dejarles un legado.

O como cuando al esposo de otra amiga le diagnosticaron una enfermedad mortal, ella inició su luto desde que el doctor pronunció las palabras, era tanta su desolación que olvidó que su esposo aún estaba vivo, estaba tan preocupada por cuidarlo para que le durara más tiempo, que no le concedió esos viajes que él deseaba hacer con ella por miedo a que alguna comida le cayera mal o se le enfermara en el viaje; por consecuencia, el murió sin haber conocido Italia, Guanajuato, y Puerto Rico, y sin haberle dejado a ella no solo las fotografías de esos viajes, sino los buenos recuerdos de ese tiempo juntos.

Cuando vivimos llorando por alguien que aún sigue vivo, desaprovechamos tiempo valioso a su lado que jamás recuperaremos. Si en lugar de llorar por un hijo ausente hiciéramos lo que el padre del hijo pródigo y amaneciéramos cada día con la expectativa de su regreso y listos para celebrarlo cuando este vuelva, amaneceríamos cada día emocionadas y planeando en nuestras mentes ese momento. Si en lugar de vivir en suspenso y esperando el día en que ese ser querido ya no abra los ojos, disfrutáramos al máximo cada instante juntos y nos arriesgáramos a dejar todo por vivir una última locura juntos haciendo ese viaje que anhelábamos hacer desde hace años, pero que las ocupaciones diarias nos han impedido realizar. Si en lugar de meternos a Google y auto diagnosticarnos cuando nos dicen que nuestros análisis salieron anormales, nos enfocáramos en confiar en Dios y analizar nuestra vida para dejar ir todo aquello que nos roba el tiempo y la atención de las cosas y personas verdaderamente importantes, y priorizáramos de manera inteligente en vez de planear nuestro funeral una y otra vez cuando aún ni sabemos a lo que el doctor de se refería con "resultados anormales."

Si, es verdad que en esta vida lo único que tenemos seguro es la muerte, así que no nos apresuremos a llorar un duelo adelantado por nosotras mismas o por otros, pero si vivamos nuestra vida como si fuera el ultimo día que amaneceremos. No guardemos rencores ni permitamos que la tristeza nos detenga de disfrutar lo que Dios ha creado para nosotros. Si tienes un hijo apartado, no dejes de enviarle mensajes o llamarle, aunque no te conteste, y no dejes de recordarle que las puertas de tu corazón siempre estarán abiertas para el/ella. No vivas un luto adelantado, celebremos la vida de aquellos a quienes amamos y aún están con nosotros; celebra tu propia vida y amas más, ríe más, perdona más, y practica la gratitud.




 
 
 

Comments


7602382162

Subscribe

©2018 by El Cafecito de America Figueroa. Proudly created with Wix.com

  • facebook
  • youtube
bottom of page