Prepara tu Tierra para la Lluvia
- America L Figueroa
- Oct 25, 2018
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Hace 7 años así quedó el auto en el que viajabamos mi mamá, mis hijos y yo. Es increíble que todos salimos con vida, aunque con los discos dañados, pero a Dios gracias vivos y de pie.
En ese entonces atravesábamos una situación muy difícil en nuestra familia. Había sido un año de muchas pruebas y pérdidas.
A veces, cuando atravesamos por circunstancias difíciles quisiéramos meternos a las cobijas y ahí quedarnos hasta que la tormenta pase. Otras veces queremos dormir y pedirle a Dios que ya no haya que despertar de nuevo para así evadir el dolor y la tristeza. Pero yo le doy muchas gracias a Dios que ese accidente no acabo con nuestras vidas ni detuvo el propósito que Dios tiene para cada uno de los que íbamos en ese auto, y aquellos de la familia que aunque no iban con nosotros, también fueron afectados por las circunstancias.
Hoy que puedo voltear atrás y ver el camino recorrido en el que sí, hubieron muchas lágrimas, noches de desvelo clamando y gimiendo delante de Dios, y días en los que en lo personal llegue a sentir como si Dios se hubiese apartado de mi lado; no puedo más que reconocer que Él siempre ha estado conmigo en medio de las pruebas y tormentas. Al mirar atrás, mi corazón llena de emoción y gratitud porque se que en Su mano Dios me ha guardado y ha guardado a los míos, y me doy cuenta que es verdad lo que dice Romanos 8:28, “que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien.” Porque no hay terreno en el que yo haya pisado y prueba que haya atravesado, en la que Dios no se haya glorificado; en donde Su mano no haya acomodado todas las cosas a mi favor.
Por eso confío en Él plenamente. En tiempos de angustia y en tiempos de refrigerio, se que está ahí el Señor, obrando a mi favor, y que son más grandes las batallas que libra por mi y no alcanzo ni a darme cuenta, que aquellas que me permite enfrentar para aumentar mi fe y moldearme.
A ti que hoy lees esto y estás atravesando un desierto o estás en tiempo de sequía, déjame decirte que la lluvia viene pronto, así que prepara tu tierra, prepara tu corazón y tu casa, porque Él, no se ha olvidado de ti. Aún ese clamor en silencio cuando no puedes emitir sonido para no despertar a los demás, cuando tus lágrimas corren y empapas la almohada, aun ese grito silencioso Él lo escucha y lo atiende. No te desanimes, ya falta poco, cobra ánimo y recobra aliento, porque tu sequía está por terminar, la lluvia viene y por consecuencia pronto florecerás de nuevo. Así que limpia las lágrimas de tus ojos, ya no es tiempo de llorar, y cambia tu súplica por acciones de gracias que ya no es tiempo de orar, sino de agradecer a Dios por lo que ya viene en camino.
Prepara tu tierra para que cuando la lluvia llegue te agarre lista para recibir. Levántate, sacúdete, sonríe, mira hacia arriba y extiende tus brazos con manos abiertas para la lluvia de bendiciones que el cielo está preparando para ti. Agarra el azadón, prepara tu tierra porque la lluvia es inminente. Que Dios te bendiga y hasta el próximo Cafecito.
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Hace 7 años así quedó el auto en el que viajabamos mi mamá, mis hijos y yo
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